Cuando el acceso al mundo laboral se vuelve más complejo, los primeros en darse cuenta son los jóvenes que acaban de terminar un grado de formacion profesional o una carrera universitaria, ya que tienen más dificultades para acceder a un trabajo. Esto hace que, en situaciones de crisis, como la actual, muchas personas no quieran seguir estudiando a pesar de que, en el futuro, el salario de una persona con una formación superior sea mucho más elevado.
No obstante, muchos jóvenes se ven en la situación de que tampoco tienen opción de incorporarse al mercado laboral y, por tanto, acaban por no invertir su tiempo ni en formación ni en ocupación: en España, se trata de un 24,4% de los jóvenes, es decir, uno de cada cuatro.
Esto es preocupante porque, según un informe lanzado a nivel europeo, en España hay casi un 46% de personas entre 25 y 64 años que tiene, a duras penas, la formación básica y solo un 9% de población adulta en activo que cuente con una titulación superior, un porcentaje muy bajo si lo situamos frente al 34% de otros países de la Unión Europea. Aunque esta tendencia ha ido cambiando —un 86% de los jóvenes continúan con cursos formacion tras la educación obligatoria, ya sea de forma presencial o mediante algún curso e-learning, y un 69% accede a los estudios superiores—, es necesario modernizar y darle prestigio a los módulos de Formación Profesional.
Estos datos, que nos alejan mucho de los que se desprenden de estudios de otros países europeos, dan pie a un intenso debate sobre la eficacia del actual sistema de educación en España, ya que su utilidad para integrar a los estudiantes en el mundo laboral es bastante escasa y, por ende, poco atractiva, especialmente en tiempos de crisis.
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Jóvenes “ni-ni”: ni estudias, ni trabajas
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